jueves, 29 de diciembre de 2005

Para el libro de frases (III)

"Siempre recordamos los tiempos pasados mejores de lo que eran en realidad. De lo contrario, la vida en general nos parecería tan asquerosa que nos suicidaríamos"
Garhen

Quien se aleja de su casa, ya ha vuelto

El porvenir es tan irrevocable
como el rígido ayer.
No hay una cosa que no sea una letra silenciosa
de la eterna escritura indescifrable
cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
de su casa ya ha vuelto. Nuestra vida es la senda futura
y recorrida.
El rigor ha tejido la madeja.
No te arredres. La ergástula es oscura,
la firme trama es de incesante hierro,
pero en algún recodo de tu encierro
puede haber una luz, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha.
Pero en las grietas, está Dios que acecha.

Jorge Luis Borges – Para una versión del I Ching

miércoles, 28 de diciembre de 2005

Ocurrió cerca de tu casa

Ayer vimos en casa de D.D. una película chocante: Ocurrió cerca de tu casa (C'est arrivé près de chez vous, Bélgica, 1992). En inglés se llamó, esclarecedoramente, Man Bites Dog, haciendo referencia a esa máxima de la teoría de la información que reza que no hay noticia en que un perro muerda a un hombre, pero sí a la inversa. Presentada como si fuera un documental, unos realizadores independientes siguen, cámara, foco y micrófono en mano, las andanzas y crímenes de Ben, un asesino en serie que vive de lo que roba a sus víctimas. El tal Ben es un chiflado, con sus ideas y opiniones de chiflado, de borracho de bar. Se presenta como una persona cercana y termina por resultar incluso simpático. Pero toda la película destila un humor dislocado y al acabar de verla estaba tan descolocada que no entendía nada ¿qué leches viene a decir esta historia? En aquel momento, absolutamente nada. Pero la primera respuesta viene rodada (y empujada por los comentarios de H). Hay ahí una crítica a los medios de comunicación, que dedican sus recursos a la figura de un asesino, violador y ladrón, dándole cancha primero e implicándose después. La evolución de los periodistas es clara: pasan de ser espectadores aterrados de las barbaridades de Ben a ayudarle a esconder los cadáveres de sus víctimas. Se han convertido en asalariados de la violencia, en cómplices. Pero parece que la película no se queda ahí. Como espectador ¿de qué te ríes? A pesar de que todo está preparado para que haya un alto componente de hilaridad, terminas por sentirte mal riéndote, mezclando la risa con la violencia. ¿Es lícito reírse de todo? Es una pregunta vieja y parece que en esta sociedad está más que respondida de forma afirmativa. Por internet he leído que hay dos momentos-trampa, preparados para saltar al cuello del espectador que ha estado acercándose a Ben: el asesinato del niño y la violación. Aquí hay que mirar hacia dentro y decir ¿qué es lo que nos hace decir basta? ¿Por qué reíamos antes? A mi me hizo dilucidar entre la posición que ocupan dos valores: por un lado, la vida como el único bien que tenemos; por el otro, la dignidad humana.

Aprendiendo (III)

"El auténtico conocimiento está en conocer la extensión de la propia ignorancia"
Confucio

jueves, 22 de diciembre de 2005

El héroe y el hombre sencillo

Hace unos días pasaron por televisión la película Único testigo, ganadora de dos Óscars y cuyo guión es considerado como un modelo por Linda Seger (Cómo convertir un buen guión en un guión excelente). Harrison Ford interpreta en Único testigo (Witness,1985) a John Book, un policía de Philadelphia que investiga un asesinato. El único testigo que da nombre a la película es Samuel, un niño que viaja con su madre, Rachel, ambos amish. En los lavabos de la estación de tren ve como dos hombres asesinan a un tercero. John es el encargado de investigar el caso, un héroe duro y violento (aunque sin llegar a ser Harry Callahan, que ya mediaban los 80). Pero las cosas se tuercen y, para esconderse de los asesinos, John tiene que refugiarse en la comunidad amish. Aquí es donde el director, Peter Weir, desarrolla uno de sus temas preferidos: el choque cultural, en este caso entre un hombre de ciudad, cuya vida es la violencia, y el modelo y los ideales amish, que rechazan cualquier sofisticación. En el pueblo, John tiene que vestir y actuar como un amish más, como un hombre sencillo. El conflicto principal de la película se resume magníficamente en una frase de Rachel: “Lo que llevas en la mano es lo que llevas en el corazón”. John, por un tiempo, cambiará el arma por el martillo para construir una casa, por un cubo para recoger leche, por herramientas para reparar una pajarera o hacer un juguete. El niño Samuel juega el papel del futuro. La violencia, la corrupción moral y la muerte se han acercado a su mundo. Su abuelo le pregunta si él mataría a un hombre. “Sí”, responde, “Si fuera malvado”. Y el abuelo le habla un poco al modo de Gandalf, “¿Y cómo sabrías si lo es?”. Pero la violencia aparece, está acechando y explota y recibe su respuesta. John tiene que librar una batalla que está en el corazón de cada hombre, pero sale de ella mejorado, ya es un poco menos héroe y un poco más sabio.

La hermandad prerrafaelita

Hace unas semanas, Lou me habló de este cuadro de Millais: Ofelia, delicado y escalofriante retrato del suicidio del personaje de Shakespeare. En 1848, un grupo de pintores, poetas y críticos ingleses fundaron la Hermandad Prerrafaelita: Dante Gabriel Rossetti, John Everett Millais, William Holman Hunt, William Michael Rossetti, Frederic George Stephens y Thomas Woolner. La Hermandad buscaba luchar contra el materialismo victoriano, el convencialismo formal que imperaba desde la Real Academia de Londres y los males de la sociedad industrial. Sus principales inspiraciones fueron la naturaleza, la Biblia y el arte medieval, anterior al Renacimiento y a Rafael, de donde proviene el nombre. Buena parte de sus obras están envueltas de poesía y romanticismo, anticipándose al modernismo o al simbolismo. No fueron muy bien acogidos en su época y publicaron la revista The Germ para darse a conocer.