jueves, 22 de diciembre de 2005

El héroe y el hombre sencillo

Hace unos días pasaron por televisión la película Único testigo, ganadora de dos Óscars y cuyo guión es considerado como un modelo por Linda Seger (Cómo convertir un buen guión en un guión excelente). Harrison Ford interpreta en Único testigo (Witness,1985) a John Book, un policía de Philadelphia que investiga un asesinato. El único testigo que da nombre a la película es Samuel, un niño que viaja con su madre, Rachel, ambos amish. En los lavabos de la estación de tren ve como dos hombres asesinan a un tercero. John es el encargado de investigar el caso, un héroe duro y violento (aunque sin llegar a ser Harry Callahan, que ya mediaban los 80). Pero las cosas se tuercen y, para esconderse de los asesinos, John tiene que refugiarse en la comunidad amish. Aquí es donde el director, Peter Weir, desarrolla uno de sus temas preferidos: el choque cultural, en este caso entre un hombre de ciudad, cuya vida es la violencia, y el modelo y los ideales amish, que rechazan cualquier sofisticación. En el pueblo, John tiene que vestir y actuar como un amish más, como un hombre sencillo. El conflicto principal de la película se resume magníficamente en una frase de Rachel: “Lo que llevas en la mano es lo que llevas en el corazón”. John, por un tiempo, cambiará el arma por el martillo para construir una casa, por un cubo para recoger leche, por herramientas para reparar una pajarera o hacer un juguete. El niño Samuel juega el papel del futuro. La violencia, la corrupción moral y la muerte se han acercado a su mundo. Su abuelo le pregunta si él mataría a un hombre. “Sí”, responde, “Si fuera malvado”. Y el abuelo le habla un poco al modo de Gandalf, “¿Y cómo sabrías si lo es?”. Pero la violencia aparece, está acechando y explota y recibe su respuesta. John tiene que librar una batalla que está en el corazón de cada hombre, pero sale de ella mejorado, ya es un poco menos héroe y un poco más sabio.

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